Las investigaciones existentes, apuntan a que existe una importante relación entre alimentación y psique; detrás de gran parte de los desórdenes alimenticios, suele haber conflictos emocionales, familiares y vacíos existenciales. Esto sucede debido a que la alimentación propiamente dicha (comida) y la alimentación afectiva están estrechamente vinculadas.
Tras una manera desordenada o desequilibrada de comer, pueden esconderse emociones y sentimientos que no nos atrevemos a expresar o que no nos damos permiso para sentir. Así, los desórdenes alimenticios, pueden ser la punta del iceberg de carencias afectivas, dependencias emocionales, ansiedad, tristeza, frustración, etc.
De lo anterior se desprende, por lo tanto, lo esencial de escuchar a nuestro cuerpo y de entender que trastornos alimenticios como la bulimia nerviosa o la anorexia, son un conjunto de síntomas que constituyen una especie de caparazón bajo el cual se esconden los auténticos motivos de ese gran malestar emocional.
Es por ello que, todos tendríamos que ocuparnos de realizar un trabajo personal que nos lleve a bucear dentro de nosotros y así, a conocernos más, de forma que cada vez seamos más conscientes de nosotros mismos, de nuestros pensamientos, nuestras emociones y también de nuestro cuerpo, ya que la imagen que tenemos de nuestro propio cuerpo, es decir, la interpretación que hacemos que su aspecto es enormemente subjetiva, ya que se va construyendo a la par que nuestra historia afectiva.
Si en nuestra infancia y en nuestras interacciones personales tanto pasadas como actuales, predominan emociones como la desaprobación, la censura, la humillación, la infravaloración, etc, es muy probable que tengamos una imagen negativa de nuestro cuerpo y de nuestra valía como personas.
En cambio, si nuestras relaciones con los demás, estuvieron y están habitualmente teñidas de emociones positivas y gratificantes, como la aceptación, el afecto, el agradecimiento, etc, tendremos una autoimagen positiva y por ende, una autoestima sana, que nos protegerá no sólo de los trastornos alimenticios, sino de cualquier otra dificultad o trastorno.
Cultívate a ti mismo y cultiva tus relaciones; aliméntate por dentro y por fuera, apartando la toxicidad y comenzarás a descubrir tus fortalezas personales.