La vida está constituida por ciclos, con comienzo y fin. Lo mismo ocurre con los grupos humanos, con las organizaciones y como no, con las parejas.
El desarrollo de una pareja se caracteriza por ciclos, diferentes etapas que tienen características propias (negativas, positivas o un poco de ambas) y que van marcando hitos en la relación.
Habitualmente, el comienzo de cada uno de estos ciclos supone una crisis de pareja, decimos crisis, en el sentido de que remueve y desestabiliza las costumbres cotidianas a las que están hechos los miembros de la pareja.
Algo cambia, por parte de uno, de otro o en el entorno, que provoca desajustes y requiere una readaptación a las nuevas circunstancias.
En Occidente, es común que pensemos en las crisis de forma negativa, angustiándonos y sufriendo, padeciendo la desagradable sensación del miedo a la perdida, partiendo de la perdida de la rutina a la que estamos acostumbrados hasta la perdida de la pareja por el fin de una relación. En relación a esto, debemos resaltar dos aspectos importantes:
- Las crisis de pareja y en la vida, son inevitables. No es posible escapar de ellas, ocurren y hay que experimentarlas.
- El hecho de atravesar dichas crisis de pareja y superarlas juntos, no solo es indispensable para el crecimiento y la evolución de la pareja, sino que además, superarlas, refuerza la unión ya existente entre sus miembros.
Vemos, por lo tanto, como dando un giro a nuestra visión sobre este tema, las crisis pueden tener una connotación positiva.
Seguro que te estás preguntado, ¿cómo?, pues enfocándolas como retos, como pruebas, en el sentido positivo del termino.
Considera lo siguiente: si uno quiere promocionar a un puesto superior en su empresa, tendrá que hacer méritos o cumplir con los requisitos suficientes para demostrar que está preparado para asumir nuevas responsabilidades; si extrapolamos esto al mundo de la pareja, si esta desea continuar unida, sus miembros tendrán que demostrar y demostrarse mutuamente, que están preparados para afrontar exitosamente los nuevos retos y las nuevas situaciones que les va a ir deparando su vida en común en el futuro.
Así, si ante una crisis te asustas, te irritas y te desesperas, pensando que es una señal de un mal pronóstico, o que no vas a ser capaz de superarla, tus fuerzas se verán mermadas, estarás más frágil anímicamente y por lo tanto, no tendrás la claridad mental suficiente como para observar las cosas y las situaciones como son, ni tampoco la serenidad precisa para tomar las decisiones adecuadas en cada momento.
Piensa que, las mejores herramientas para superar las crisis, son la generosidad, es decir, dando lo mejor de ti intentando minimizar los errores del compañero y el sentido del humor.
Y recuerda: las crisis son una OPORTUNIDAD.