Cuando me senté a reflexionar para escribir una serie de recomendaciones que sean útiles para poder adaptarnos a las circunstancias de confinamiento en las que nos encontramos ahora mismo, lo primero que pasó por mi mente, fue el hecho de que todo el mundo, unos desde el sentido del humor, otros desde la angustia que supone no poder salir de la casa, habla de “sobrevivir”.
Sobrevivir es lo que hacen los millares de personas que están viviendo guerras en las que las bombas caen sobre sus casas diariamente; sobrevivir es estar en un campo de refugiados del que no sabes si vas a poder salir algún día; es no tener alimentos, ni para ti ni para los tuyos; sobrevivir es lo que está haciendo el personal sanitario en los hospitales del mundo para combatir al Covid-19; sobrevivir es lo que hacen los pacientes que están muy enfermos y para los que no hay recursos para atenderlos o sus enfermedades no tienen cura. Nosotros, el grueso de la población, lo único que estamos haciendo, es vivir bajo medidas de prevención para evitar una catástrofe mundial.
Es importante centrarnos y re-encuadrar la situación que tenemos. Ciertamente, no es fácil; para algunas personas, implica caer aún más profundo en el pozo en el que ya estaban: sin hogar, sin familia; en cambio, para otras, no es algo terrible que no se pueda soportar, ya que al fin y al cabo, estamos en nuestras casas, unos con su familia, otros con amigos, otros solos, pero con las despensas llenas y montones de actividades que hacer; incluso en muchos casos, con conexión a internet y por lo tanto, con miles de oportunidades de entretenimiento online.
¿Quién nos iba a decir a nosotros, el “primer mundo”, que íbamos a vivir algo así? ¿algo tan semejante a las películas americanas apocalípticas que emiten después de comer?. Nadie…, claro. La falacia del control en el que vivíamos, la seguridad de que todo va a ir según nuestra planificación, los dio en las narices, porque no, no podemos controlar nada y esa es una de las grandezas de la vida, que nunca para de sorprendernos, a veces para bien y otras,… ¿quién sabe?, igual también para bien, aunque en el primer momento parezca que no.
El ser humano precisa de retos para crecer, para reinventarse en el ilusorio confort de una vida perfectamente planificada, sistemática y carente de novedades. Lo único que estábamos haciendo era acomodarnos en esas vidas no del todo apasionantes, pero sí cómodas, incluso relativamente fáciles, en las que la mayor parte de las cosas estaban previstas y no había que hacer grandes esfuerzos. Y lo más preocupante de este “modus vivendi”, es constatar, como día tras día, pasan por nuestro centro seres humanos alienados, tristes, sin ilusiones, sin ganas de luchar, de vivir, de comerse el mundo, de vivir experiencias, de crear un mundo mejor, o a lo mejor, un mundo simplemente diferente.
Podría escribir un listado de recomendaciones, como esas que vais a encontrar en cualquier página de la red de redes; pero pienso que el mejor consejo que puedo dar, es que dejemos de pensar que somos unos desafortunados y que comencemos a pensar que cada día que vivimos es un regalo, que lo que estamos viviendo es una oportunidad de cambiar nuestra realidad, o aquellas cosas que no nos gustan de ella, que somos afortunados porque el mundo se apea del desmadre en el que vivíamos, para que nos centremos en lo que verdaderamente importa. Que la vida nos está dando la oportunidad de hacer una introspección, de vernos a nosotros mismos, para que nos preguntemos si estamos viviendo conforme a nuestros deseos, si estamos siendo coherentes con nosotros mismos y no estamos, simplemente, siguiendo la corriente que nos arrastra ferozmente al mundo de las prisas, del consumismo, de lo superficial, de lo aparente, de lo inmediato. Ahora tenemos la oportunidad de comenzar a hacer esos proyectos pendientes que nunca vieron la luz y están enterrados en nuestros sueños; ahora tenemos el tiempo que necesitábamos para compartir en familia, para hablar, para escuchar y ser escuchados; ahora tenemos un mundo infinito por delante para que reorientemos nuestras vidas…Todo gracias a un virus que nos está obligando a hacer una viaje hacia nuestro interior, que sin enterarnos se fue vaciando poco a poco, día a día, para convertirnos en una sociedad de autómatas, materialista y aparente. El virus está volviendo a sacar de nosotros la solidaridad, el compromiso, la responsabilidad,…en definitiva, la humanidad.
¿Mala suerte o buena suerte?. Quien sabe…va a depender de nosotros, de lo que cada uno construya con esta situación que nos está tocando vivir. Habrá, desgraciadamente, víctimas inocentes, también víctimas conscientes y espero, muchos RESILIENTES.
Deseo también, que cada uno de nosotros llenemos nuestro tiempo y no que, simplemente, “pasemos” el tiempo.Si quieres conocer más indicaciones sobre el confinamiento, escucha a nuestra compañera Magdalena Otero en Radio Redondela, haciendo clic aquí.