Tras la temporada de confinamiento que tuvimos que vivir por causa del Covid-19, se nos anunció el comienzo de la llamada “nueva normalidad”, entendida ésta como una nueva etapa para la sociedad en la que supuestamente y de forma progresiva iríamos retomando nuestras actividades cotidianas y nuestras costumbres familiares y sociales. Una especie de transición hasta la tan ansiada llegada de una solución eficaz para el coronavirus.
La cuestión es que, el paso de los días y semanas, con la aparición de numerosos nuevos rebrotes, está poniendo de manifiesto que, desgraciadamente, la presencia del Covid-19 en nuestras vidas va para largo. Así, lo que en un principio se podría enfocar como “transición”, actualmente se nos presenta como una “nueva realidad social” innegable, con todo lo que implica.
Estamos comprobando como todos los ámbitos de nuestra vida continúan “alterados”, el familiar, el social, el laboral y al mismo tiempo, nos estamos dando cuenta de que tenemos que asumir que estas modificaciones estarán presentes a largo plazo.
Las precauciones que debemos tomar y el comportamiento responsable que nos exige la nueva normalidad por la pandemia del coronavirus, en gran medida, nos obligan a mantener, de una forma más o menos acusada, un permanente estado de alerta, que hace que resulte más complicado desconectar y relajarse.
Antes del Covid-19, los profesionales de la psicología, solíamos recomendarle a las personas que acudían a nosotros que aprovechasen el hecho de tener unos días libres o el irse de vacaciones para romper lo máximo posible con sus rutinas cotidianas y para “desconectarse” de su entorno habitual, ya que sabemos que esto es fundamental, no sólo para soltar el estrés acumulado durante todo el año, sino también para “cargar las pilas” intelectuales y emocionales y así volver con más energía y con nuevas ideas y objetivos a alcanzar. Así, en PARADOXO, continuamente constatábamos como las personas, volvían de sus vacaciones con una importante mejoría.
Sin embargo, esto tampoco es posible este año de pandemia, ya que mucha gente, por prudencia, opta directamente por no marcharse de vacaciones y la que se va, analiza cuidadosamente el lugar de su destino en función de la situación sanitaria, siendo lo habitual que sea un destino cercano a su lugar de residencia. Todo esto, unido a que incluso durante las vacaciones, resulte prácticamente imposible no ver ni oír el bombardeo de noticias diarias comunicándonos el estado actual de la pandemia y los brotes detectados, hace realmente complicado desconectar y lograr aquietar la mente.
Es por esto que es muy importante que pongamos en marcha recursos personales y emocionales por un lado, para sobrellevar de la mejor manera esta nueva normalidad como un nuevo contexto social y por otro, para, en el caso de tener unos días libres o unas vacaciones, ser capaces de liberar el máximo grado de estrés y de sacarles el máximo partido.
Recomendaciones para enfocar con éxito la nueva normalidad
Desde PARADOXO queremos trasladaros una serie de recomendaciones que sabemos que van a ser de gran utilidad en esta nueva normalidad y que os van a ayudar a sentir como, a pesar de la presencia del coronavirus, podéis tener igualmente una vida personal, familiar y social enriquecedora, afectuosa y positiva, así como también una jornada laboral satisfactoria, éstas son:
- Llevar a cabo las conductas preventivas poniendo atención plena en cada una de ellas, mientras las realizamos, sin pensar más allá, es decir, sin pensar en lo que implican ni en su significado; por ejemplo: mientras nos lavamos concienzudamente las manos, prestar sólo atención a la temperatura del agua, a la suavidad del jabón, a los movimientos de nuestros dedos, etc.
- En el caso de las familias con niños/as, es recomendable instaurar dichas conductas preventivas como un hábito más en el hogar, como puede ser, por ejemplo, lavarse los dientes y sobre todo, darles un enfoque lúdico y positivo.
- Trasladar también este enfoque positivo a las relaciones de vuestros/as hijos/as con los demás familiares y con sus amigos/as, planteándoles la distancia social requerida como algo ventajoso, ya nos protege a todos y tratando de buscar con ellos/as maneras alternativas de saludar a la gente sin contacto físico (esto puede constituir un juego muy interesante que además, contribuya a estimular su imaginación).
- En nuestro hogar tomar las medidas de precaución recomendadas por las autoridades sanitarias, enfocándolas como una tarea doméstica más, realizándolas conscientes de su importancia, pero sin dejarnos llevar por los posibles pensamientos que irrumpan en nuestra mente generándonos la duda de si hemos hecho “esto o aquello” o si se nos ha olvidado, ya que, de lo contrario, correríamos el riesgo de desarrollar obsesiones.
- Si nos vamos de vacaciones, el destino de éstas no es tan importante como lo que hacemos durante las mismas; es decir, no es tan importante el lugar al que vayamos, como la filosofía que caracterice nuestra vida durante las vacaciones y esta debe girar, sobre todo, alrededor de tres ejes:
- El romper con las actividades cotidianas.
- El hacer cosas y actividades nuevas que nunca habíamos experimentado.
- Conocer o encontrarnos con personas con las que no estamos habitualmente o que hace tiempo que no vemos.
- Además, durante las vacaciones, aunque efectivamente lo prudente es estar informados/as de las novedades respecto de la evolución del coronavirus, sobre todo en la zona en la que estemos, es igual de importante pautar los tiempos para ello, es decir, decidir un momento del día en el que ya sea a través de la radio, de la prensa, TV o internet, recojamos información actualizada, restringiendo esto a ese único momento del día, ya que esto hará más factible el desconectar.
Si intentamos llevar a cabo estas prácticas, no desde la autoexigencia, sino desde la perspectiva de que necesitan un entrenamiento y de que, al principio, no costarán más trabajo, con constancia llegarán a convertirse en hábitos que nos permitirán integrar los cambios requeridos en esta nueva normalidad constructivamente y con éxito.